13 enero, 2013
Pre-declaración temprana
de esas que aparecen con el último respiro,
haciendo dudar a los viajeros
que al final parten como siempre.
Como siempre.
Y de qué sirve llorar
y de qué sirve decir
que ya no hay caso,
maldiciendo este destino
de viajar en soledad.
Porque eres de esas mujeres tardías;
de esas que aparecen con el viento,
haciendo sucumbir al impreciso
que estuviera pensando en fantasías.
Mas como yo no soy poeta,
y soy pirata de ocho mares,
quito el velo de tus ojos,
miro hasta donde cabe mi retina,
y sonrío con esa cara tonta
que está de más y que está de menos,
porque sabemos, los dos sabemos,
qué ridículo es el hombre
cuando se enamora
antes
de tiempo.
04 junio, 2012
Mi cola es un pañuelo
22 abril, 2011
El baile de la pena
-¿Y qué quieres que haga?
-Que baile con su vestido de fiesta.
-¿Bajo la lluvia?
-sí.
-Me voy a mojar.
-No es necesario que se preocupe, sólo baile. Y sonría.
-No puedo, el dolor me ahoga.
-A mí también.
-¿Bailemos?
-Vamos. Hasta secarnos de tanta lluvia.
La pena giró y no volvería a detenerse hasta que el cielo se cansara de llover.
La miré con su vestido de fiesta mojado por el agua invernal y torrencial.
Lloré mientras me convertía en lluvia que cae, moja el mundo y se va.
Ella trató de sonreir, y si lo hizo no la vi por tanto giro loco.
Dejé de ser lluvia y luego fui llanto que se esconde entre las manos.
Dejé de ser llanto, para ser grito que se esconde entre paredes.
Dicen que la muerte se oculta bajo tierra.
-Paró de llover.
-Seguiré bailando.
-Al menos sonríe para mí.
-No puedo hacer tal cosa.
-Yo sí puedo.
-¿Y qué esperas?
-Hoy no.
30 marzo, 2011
Voy y vuelvo
me interesa que se cante cueca, pa' bailar y zapatear la tumba.
En todo caso, voy y vuelvo.
No se ofenda, mija, si me aparezco por su ruca pa' quebrar los platos.
No se asuste si la pena en pena se aparece sin aviso.
No me mire si la mueca de los muertos,
no se esconda si la cara pálida,
no se ría, en todo caso, si la pierna coja.
Piense usté que si el finao y su tertulia,
que si el pandero y la guitarra,
que si envuelto en choripán,
que la risa es de locura,
que me falta no llorar.
Voy y vuelvo.
27 marzo, 2011
En mi boca se ha secado el beso
El sueño fue un grito constante
que al nacer en la mañana del mundo
me encontró de golpe
con el eco de la angustia interminable.
Santiago era absurdo:
las calles vacíos hormigueros,
las multitudes más desiertas,
los ruidos más ausentes.
El silencio ineludible propiciando este vacío.
Caso omiso a la mirada de la rosa,
¡Hoy no existes más que en libros y canciones!
No hay en vida rosa alegre, rosa rosa,
así como en mi pecho nada vive,
pues se han muerto los canarios que cantaban
en tu nombre.
Son ahora podredumbre en los rincones
de mi cuerpo.
Los últimos resabios de la sangre amante
se arrancaron por mis ojos al morir la tarde,
y en mi boca se ha secado el beso
que guardaba para darte.
12 marzo, 2011
Luche y Cochayuyo
Recuerdo que pronto me dormí, y cuando desperté me encontré de cara con los gusanos me comían a mordiscos largos como ellos.
Traté de moverme para quitármelos de encima, mas parece que los encajonados no tenemos derecho a la venganza. Los miré y empecé a hablarles.
-No me coman.
-Este trozo está podrido -dijo Luche.
-Como a ti te gustan -dijo Cochayuyo.
Comencé a reír a borbotones; la risa salía como la sangre cuando me dieron las tres píldoras.
Les hablé de una parte de mí que estaba bien, según me habían dicho en vida, sin parar de sangrar la risa de los muertos.
Se contagiaron de mi humor y se retorcieron sobre mi carne. Me dieron palmadas amistosas en la espalda y nos hicimos amigos.
-¡Qué buen chiste, Pinina!
Desde entonces no hay infierno.
(Inspirado en "Entre luche y cochayuyo", de Roberto Parra)
05 marzo, 2011
Flor de Retama
Veo en tí, Perú,
la gente cuya sangre
vio nacer el sol mil veces.
La gente de la piel morena,
quemada por el sol insistente
y majadero;
ese sol que no perdona
a los cuerpos que se doblan
ante la fuerza del látigo.
Tampoco habrá perdón
para aquellos que dobleguen
la dignidad de los pueblos.
Veo en tí, Perú,
el rostro de tu sierra
con andina melodía
y revolución ayacuchana.
Huanta, la heróica,
regó con sangre
la virtud de sus derechos,
y el pueblo es un cóndor
que derriba al toro sanguinario.
Así lo inmortaliza Arguedas
en el pecho de Andahuaylas,
tierra de chankas luchadores.